Ballen exhibirá en el Festival Internacional de Fotografía de Castilla y León una colección titulada «El mundo según Roger Ballen«, compuesta por 50 fotografías pertenecientes a una de sus series más representativas en la que predominan seis temas que han ayudado a moldear la visión del autor: cables, personas, animales, dibujos, color y realidad vs. irrealidad inscritos en una estética que el mismo artista ha llegado a calificar de «ballenesque«.
“Mi fotografía no trata de las personas o los lugares en los que aparecen. No documentan una realidad política o social. Es esencialmente una experiencia psicológica.» – Roger Ballen
El «Sargento F de Bruin, empleado del Departamento de Prisiones, Orange Free State« es uno de los retratos más conocidos de Roger Ballen. La fotografía proviene de la colección Platteland (1986-93), que Ballen, que vive en Sudáfrica, se comprometió a arrojar luz sobre un sector de la población rural blanca que vive en los márgenes y aislada de los dudosos privilegios que ofrece el Apartheid. Los rasgos enormes y desproporcionados de su rostro y su mirada melancólica no parecen pertenecer a su cuerpo, ni tampoco parecen corresponder a una pieza de la maquinaria de la supremacía blanca. Sin embargo, Ballen insiste en que el alambre retorcido detrás de la cabeza del sargento (que es una obsesión del fotógrafo), a la altura de sus ojos y oídos, es lo que más le llamó la atención. Ballen dice que no está interesado en temas que simplemente atraigan la atención visualmente, sino más bien en aquellos que sirven como disparadores, incitando al espectador a profundizar en las partes más profundas y oscuras de su propia psique.
“En mi mente, aquellos a los que nos referimos como hermosos tradicionalmente tienen su propia angustia”, dice. “Puedo hacer que cualquiera sea marginal en mis fotografías, incluso si no lo son. Puedo transformarlos dentro de una estética psicobellenesca. Tomemos a Picasso como ejemplo. De quienquiera que sean sus retratos, se vuelven picassianos. La buena fotografía es como crear una pintura”.
Ballen responde distanciándose de las definiciones tradicionales de belleza. Hay algo muy primitivo en sus imágenes, que transportan al espectador a las pinturas rupestres. “Mis imágenes son multidimensionales y arquetípicas”, dice. “Una de las razones por las que se quedan con la gente es precisamente por ese componente arquetípico que se encuentra en el significado y la forma. Como tal, el espectador, subconscientemente, es capaz de reconocer la cueva hasta cierto punto, o algo más primitivo, y reconocerlo es parte de su desarrollo evolutivo. Estas son cosas difíciles de probar. Las imágenes pueden ser tan primitivas como sofisticadas. Están llenos de opuestos; son oscuras e inquietantes y además contienen comedia y humor. En ellos conviven la belleza y la fealdad. No hay una sola palabra capaz de expresar la coexistencia de estas dualidades”.
En opinión de Ballen, la palabra más profunda de nuestro vocabulario es «nada«. “Nada es la muerte. Y el miedo más grande que alguien experimenta es la muerte; en general, nadie quiere morir”, dice. “El gran misterio es de dónde venimos y hacia dónde vamos, y como tal estamos siempre lidiando con la nada. Nunca estamos libres de eso. Lo intentamos pero inconscientemente la idea determina nuestro comportamiento y el de todos los animales”.
Créditos a El País