A través de pequeñas acciones, las galerías pueden conseguir reducir su impacto medioambiental en gran medida. Senda trabaja a diario para seguir encontrando formas de ser la versión más sostenible posible.
“Luces, Aire, Ventanas” recuenta Carlos Durán antes de cerrar la galería un día cualquiera — es su mantra, o un ritual, que ya hace años incorpora como conclusión de jornada en Senda. De forma involuntaria e instintiva los yacimientos de la galería han ido acumulando pequeños sedimentos con el tiempo; acciones que, de alguna forma, se han convertido en el manual de uso de un espacio que comparten las obras de arte con el “equipo Senda.” Pequeños hábitos que tienen como fin reducir el impacto medioambiental proveniente del número 32 de la calle Trafalgar.
Es verdad que mucho queda fuera del alcance y del control de las ocho personas que mueven la galería a diario. Gran parte de ello, de hecho, es inamovible pues su fuerza motriz está sujeta a un pensamiento arcaico y comodón — el “¿por qué cambiar algo si no está roto?” La realidad es que el mundo está remando, con dificultades, hacia un futuro enredoso que, sin el esfuerzo colectivo de los sectores más perjudiciales, lo complicará todo. Uno que quizás semeja el mundo que predice Alexis Rockman en su obra.
Senda forma parte del Gallery Climate Coalition (GCC) desde hace varios años ya. GCC es una organización sin ánimo de lucro que promueve prácticas para un sector del arte menos contaminante. En 2022, me incorporé como embajadora de sostenibilidad en Senda y desde febrero de este año, soy integrante del comité fundacional de la rama española del GCC, que ha sido establecida recientemente con el fin de facilitar la descarbonización y adopción de prácticas que reducen tanto emisiones como residuos unidos al día a día del sector cultural español.
El sector del arte es, desafortunadamente, uno de esos colectivos que aceleran el descenso a un mundo cada vez más caluroso. El funcionamiento diario de cualquier galería implica un alto uso energético y fácilmente, el uso desmesurado de materiales que terminan en la basura en cuestión de días. Una exposición supone la transformación del espacio, el uso y desuso de embalajes, el transporte de obras del almacén a la galería y con suerte, a la casa del cliente. Supone largas horas en un espacio activado para la llegada de visitantes, y para los trabajadores que forman el engranaje necesario para llevar a cabo la exposición. Etc y Et al.
A la vez, es uno que con poco cambio puede tener un gran impacto positivo. Ese objetivo ha liderado el manual de uso de Senda desde hace más de dos décadas. Humildes acciones que tienen un efecto dominó.
Todo empieza con cambiar lo básico
En pleno julio, es tentador tener el aire acondicionado a mil. Nunca más apropiado para la sensación que emite el iceberg invertido de Gonzalo Guzmán presidiendo actualmente la sala principal de la galería. Es tentador también acercar la cara a la escultura y sentir como el frío del metal acaricia tu mejilla, pero ni uno, ni otro. En Senda no se pone el aire acondicionado pues el ajuste “deshumidificador” del aparato es suficiente para quitar el efecto empapado del aire un día cualquiera en el clima mediterráneo. Por si te lo cuestionas, sí — se está a gusto igual. La galería fue diseñada pensando en el balance térmico que se consigue con el contraste de los ventanales pequeños de la sala principal, y el suelo de hierro que mantiene la sala a temperatura tibia aun en el calor veraniego de la ciudad condal.
Desde la apertura de Senda en Trafalgar en 2015: luces LED de bajo consumo con sensores y temporizador iluminan el espacio — para aquellos lunes en los que se ven pocas caras más que las de los cuadros. Uso de QR como hojas de sala, escasos vinilos en paredes, y documentos impresos solo si es preciso — menos papeleo, menos caos. Reciclaje de plástico, cartón y orgánico de forma religiosa, y reducción total de material de un solo uso en la cocina.
En lo que constituye todo lo relacionado a las obras: desde 2009, uso de precinto papel sin pvc y papel reciclado tipo kraft para embalar. Uso reducido de papel de burbuja, que de por sí está compuesto por 60% plástico reciclado, y reincorporación de las mantas textiles tradicionales como embalaje para entregas locales, con la meta de haber eliminado el uso del plástico por completo en 2025. Por último, la reutilización y readaptación de cajas de madera y traveling frames.
En cuanto a las ferias, el peligro aumenta por la naturaleza efímera de las mismas. Transportes de obras y personal, montajes improvisados, cafés matutinos y bolsas de nueces para aguantar largas jornadas. Senda prioriza transportes conjuntos y compartidos con otras galerías a través de transportistas de confianza y envío marítimo siempre que sea posible. Avión solo si no hay alternativa, y uso de transporte público para entregar en Barcelona obras de tamaño menor por componentes del equipo.
Y seguir buscando nuevas formas de reducir emisiones
No todo son victorias… pues pese a llevar a cabo los estudios para la instalación de placas solares en el patio interior de la galería, los planes fueron descartados ya que el hotel contiguo a Senda le hace sombra gran parte del día y sería una fútil inversión. El siguiente paso es encontrar la alternativa, para poder incorporar energía renovable.
Los dichos cambios, a priori pueden parecer menores pero a la larga suponen beneficios para la salud del medio ambiente, del personal y del ecosistema cultural. Senda anima a todos los compañeros del sector a adoptar estas pequeñas medidas, hasta que la transformación se convierta en algo instintivo.
Porque no se tiene que cambiar si no está roto, pero sí se puede alterar para que el impacto de la fractura, cuando llegue, sea menor. Senda apuesta por un sector cultural que cataliza positivamente en la lucha contra la crisis climática — desde la galería, los estudios de los artistas y los hogares del equipo. Un esfuerzo colectivo para una causa global.
Por Cecilia Durán
Imagen de cabecera: Xavi Bou «Ornitografies»