Roger Ballen, ‘Fate’ en Museu de Montserrat

Venimos de la noche

Por: Natalia Castillo Verdugo

 

Destino es una palabra que a veces suena a fortuna y otras a fatalidad. Además es una palabra que llama, que provoca, siendo esta una de las características más especiales de Fate, muestra que reúne 35 fotografías de las series más representativas del artista y fotógrafo Roger Ballen (Nueva York, 1950), quien se destaca en su trabajo por retratar la extraña y casi monstruosa realidad de los habitantes de las zonas rurales y de los suburbios en Sudáfrica.

Esta es una exposición que invita al espectador a enfrentarse a la dicotomía que atraviesa este término, acá Roger Ballen toma las cartas, las mezcla y nos invita a jugar. ¿Qué juego? El que cada quien elija, pues sus fotografías están llamadas a hablar de todo. Ballen nos da los datos y a partir de ellos cada uno elabora un significado.

Es difícil determinar en dónde comienza y en donde termina el universo fotográfico de Roger Ballen, pero es una certeza que en su trabajo coexisten el dolor y la esperanza. Su exploración, que más que creativa es humana, lo ha llevado a elaborar distintas series ⎯cada una más abstracta que la anterior⎯ donde personas, objetos y animales construyen relaciones turbadoras y mágicas, dando protagonismo al absurdo, para hablar de la fatalidad que vive y muere en los ojos de los habitantes de estos suburbios día tras día.

Tomar fotografías es una ciencia y un arte que Ballen conoce muy bien. Desde los 13 años, cuando su madre fue contratada como editora gráfica de la Agencia Magnum, ha estado en contacto con la fotografía. Fue una pasión que creció con los años y que finalmente, cuando sus estudios como geólogo lo llevaron hasta Sudáfrica en los años 80, resultó convirtiéndose en un todo y en el punto de partida de una carrera que hoy en día cumple más de treinta años y que deja como resultado una de las obras fotográficas más conmovedoras y de sello único de los últimos años en el mundo.

Roger Ballen es un minero al que le interesa excavar en las partes más profundas de la mente humana y así generar fuertes declaraciones sicológicas, como afirmaba en una de sus últimas entrevistas. Por eso que el significado detrás de su obra sea complejo, pero suficiente para que cada uno de los que nos encontramos con ella, entendamos que es un artista que no sigue los parámetros generales del arte, sino los suyos propios.

Ha creado su propio mundo, vive allí, y con sus fotografías ha fabricado una puerta para invitarnos a ver ese mundo ⎯tan demoledor y exquisitamente extraño⎯, que no pasa desapercibido y que se instala en el interior de quien lo ve; nos obliga a abrir los ojos y ser conscientes de lo que hay más allá de los muros. Con la singularidad que lo caracteriza, expone una versión de la condición humana tan inquietante, que tratar de entender el verdadero significado de realidad o, más aún, de belleza, se convierte en una experiencia reveladora.

Roger Ballen cuenta con las habilidades de un orador o escritor para evocar emociones y sentimientos a través de sus instantáneas, siempre cuadradas y a blanco y negro. Su obra nos ha permitido entender que venimos de la noche y que siempre volvemos a ella con una idea más clara de lo que es la fatalidad. Es un hombre al que no le gusta pensar las palabras, pero que ha cimentado una obra que se nos presenta como una declaración que además está delineada por una belleza tan sublime que, contradictoriamente, hace parecer al mundo un lugar menos nocivo para vivir. Así que, como con el destino, cada quién decide si lo acepta o se resiste a él.