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En esta nueva exposición, Gino Rubert deja atrás la retórica de la meta-pintura en que estuvo sumergido durante sus polípticos de gran formato sobre el mundo del arte. Aquí, Rubert aparta el foco de las vanidades sociales y sentimentales, para ponerlo sobre la cruda soledad. Retratos de mujeres atrapadas por su destino, con ropajes esculpidos sobre el lienzo, cuyas figuras quedan partidas por el encuadre, como si los límites de la tela las atraparan del mismo modo que el entablamento y la base aferran a las cariátides griegas, esas fascinantes mujeres-columna que sostienen la cara sur del Templo del Erecteion en Atenas, y con ese gesto sostienen el mundo. Mujeres poderosas que, lejos de someterse o resignarse, nos miran de frente, nos dan la espalda, gritan, cantan, o navegan, sin perder jamás el equilibrio y la compostura, en un mundo que se inclina azotado por vientos furibundos.
Childhood (2024). 55 x 46 cm / El desembarco (2024). 81 x 70 cm
Después de un año trabajando en esta nueva serie de pinturas, llega el momento de mirarlas en conjunto, y tratar de entender de donde vienen y adonde van. Ahora, por fin, caben preguntas: mientras pintaba, no. Porque las preguntas traen respuestas, y pintar – para mí – consiste en un diálogo entre intuiciones, formas, colores, y texturas, nunca entre ideas, teorías, tesis o convicciones.
Entonces: ¿Por qué mujeres solas? ¿Por qué tan serias? ¿Porqué atrapadas por encuadres que dejan parte de sus pies o sus cabezas fuera? ¿Por qué algunas cantan, otras gritan, otras miran de frente, o nos dan la espalda? ¿Por qué alfileres sujetan sus vestidos, como si fuesen maniquís o mariposas disecadas?
Sin duda, mucho tiene que ver con un cierto hastío ante todas esas miradas inquisitivas y cómplices por parte de los cientos de personajes que pueblan mis cuadros anteriores. Y en este sentido la necesidad de un viraje hacia territorios mas íntimos, menos estridentes, más clásicos, menos barrocos.– Gino
En el marco de