GONZALO GUZMÁN. "El dolmen de Nemorino" para el "Saló dels Miralls" del Gran Teatre del Liceu

Artist, 12 noviembre, 2025

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Galeria SENDA te invita a acompañar a Gonzalo Guzmán (1991) en la presentación de El dolmen de Nemorino, una instalación monumental de cinco metros de altura concebida especialmente para el Saló dels Miralls del Gran Teatre del Liceu, coincidiendo con el estreno de L’elisir d’amore de Gaetano Donizetti.

La conexión entre ópera y escultura no es fortuita. El origen de la obra se remonta a una historia íntima y familiar: el padre del artista, Joaquín, llegó a Barcelona siendo joven para estudiar canto con el maestro Puig, con el sueño de convertirse en cantante de ópera profesional. Su mayor ilusión era actuar algún día en el escenario del Liceu. Sin embargo, mientras preparaba Una furtiva lagrima, el aria más célebre de L’elisir d’amore, perdió la voz de forma repentina. Aquel episodio cambió el rumbo de su vida: no pudo continuar su carrera como tenor, pero mantuvo siempre un vínculo profundo con la música y el arte, una sensibilidad que transmitió a su hijo desde la infancia.

«Esta obra es una forma de cerrar un círculo: de devolver, en forma de escultura, algo de aquella emoción que él me ha transmitido desde pequeño, y de hacer que, de algún modo, esa voz vuelva a habitar el Liceu», explica Guzmán.

El dolmen de Nemorino se alza como un dolmen contemporáneo de acero inoxidable, asentado sobre un montículo de tierra que dialoga con la arquitectura dorada y los espejos del salón. En su escala monumental y su sencillez primitiva, la pieza refleja el propio proceso vital y creativo del artista: un diálogo constante entre el deseo y la materia, entre lo que se imagina y lo que la escultura permite.

Guzmán concibe su práctica escultórica como un ejercicio de confianza y de escucha. «Permito que la escultura suceda —afirma—. Es una forma de entender la vida: las cosas ocurren porque solo pueden ocurrir de una manera, la que sucede. Una escultura solo puede existir tal como ha aparecido, con todos los accidentes y condiciones que han hecho posible su forma».

Esa misma idea atraviesa la historia de su padre: el momento en que perdió la voz, lejos de ser una ruptura, se transformó en una lección de aceptación y aprendizaje. A veces, al verlo practicar aún fragmentos de ópera, Guzmán reconoce en ese gesto una continuidad emocional con aquella pasión que no desapareció, sino que mutó de forma.

La verdadera importancia, para el artista, reside en la mirada con la que afrontamos lo que nos ocurre. Como Nemorino, el protagonista de la ópera de Donizetti, que en una lágrima descubre la esperanza que le impulsa a seguir, El dolmen de Nemorino propone una reflexión sobre la confianza, la transformación y la permanencia.

22 de noviembre — 15 de diciembre de 2025 · Saló dels Miralls, Gran Teatre del Liceu