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Jaume Plensa presenta una obra de amigables enfrentamientos: entre lo que se muestra y lo que se oculta; entre la huella del pasado y la apertura hacia el futuro; entre la construcción natural y la creación por mano del hombre; y entre la vibración sonora y las esferas más íntimas del silencio. Tras siete años sin exponer en una galería de Barcelona, el artista tendrá su primera individual en Galería SENDA, que coincide con nuestro 25 aniversario.
Se revelan las entrañas de un bosque alegórico, a través de esculturas de rostros jóvenes y femeninos. Un rostro es como un árbol: dentro del bosque de la colectividad social, cada uno mantiene su individualidad. Las niñas cierran los ojos y su belleza fugaz queda inmortalizada. El escultor alarga las cabezas para distanciarlas de lo material y concedirles una cualidad totémica y espiritual. De esta manera, se retrata la contemplación e introspección hacia el espacio interior más profundo del hombre.
Las piezas blancas Lou, Duna, e Isabella son esculpidas en un molde de madera que luego pasa a bronce y cubre con una pátina blanca. Elevadas sobre una base, los rostros pierden su pesadez y parecen estar flotando en el suelo. Su Isabella de basalto sugiere una amalgama entre lo orgánico y la intervención humana, y los tonos oscuros crean un contraste cromático con las piezas blancas. El artista acompaña las esculturas con dibujos de grafito realizados directamente en la pared que envuelven por completo la exposición. Plensa extiende el soporte de papel a la pared, integrando el espacio de la galería con su obra para explorar las posibilidades de fusión entre dibujo, escultura, y arquitectura.
Con esta exposición, Plensa desea que el espectador conecte con las piezas de la misma forma que él encuentra su inspiración para su obra. “Es una exposición que pide estar solo. La escultura es un camino de ti, hacia ti, y contigo.”